No duele tanto
lastimarse la piel como dejar de querer; lo primero sana siempre pronto. Querer
implica dar todo lo que uno es, mostrarse de forma abierta y deliberada a quien
o quienes creímos merecían nuestra confianza, ser, en definitiva, lo que somos;
ahí radica el error. ¿Quién nos puede asegurar ser queridos de igual modo?, ¿en
qué libro se aprende de estas cosas del amor?; si no hay escritos debemos
pensar seriamente en escribir algo sobre tales asuntos para que otros no
repitan nuestros errores, algo así como el “decálogo de las heridas del alma” o
“recetas contra el apendejamiento del corazón”. Algo así. Un resumen de
vivencias que prevengan a nuestros niños sobre las heridas invisibles que todos
cargamos hasta el final de nuestros días porque a otro u otros se les dio por
traicionar nuestra confianza y lastimarnos sin miramiento alguno.
Un libro, o varios, que resuman los actos de víctimas y
victimarios y las consecuencias que los mismos conllevan a largo plazo: miradas
perdidas en atardeceres que evocan otros atardeceres; desvelos; recuerdos de
bocas y besos que estaban hechos a nuestra medida, o eso creíamos; la tibieza
de esa piel que llegó a quemar… Todo eso, eso y más, un libro que contenga los
lamentos paridos desde ese algo que llamamos felicidad y que sólo la nombramos
como a tal, la reconocemos, ya pasado el tiempo y ante otras realidades que no
nos llenan ni abrigan, siquiera. Un compendio de estos asuntos que lastiman,
eso se necesita, la recopilación de las más variadas historias de desamores que
acabaron en suicidios emocionales y nos cambiaron a la fuerza, nos limitaron y
precavieron ante nuevos amores y nos convirtieron en victimarios sin ser
conscientes de estar siéndolo con alguien más, como fueron con nosotros.
Eso se necesita, el libro de la anatomía del alma…
Muy interesante la publicacion!
ResponderEliminargracias!
saludos