viernes, 27 de noviembre de 2015

Léeme, escúchame

Ten piedad de mí, solo eso he de pedirte: piedad; soy un simple mortal al que ya no le caben más cicatrices en este pellejo. Deja de ir y venir como la marea, de arremeter contra mí y luego retirarte dejándome en esta inmensa playa sola conmigo, sola en mis dudas, viéndote partir...
Ven y habítame porque soy tu casa, tu refugio, ese lugar que viviste buscando hasta hoy y al que llegaste y con ese simple acto llenaste de luz; eran paredes oscuras antes de ti, solo paredes. Toda yo me he construido para albergarte cada uno de estos días, me he hecho a tu medida desde conocerte, soy otra, soy tuya.
¿Cómo es que no ves que te amo despojándome de mí para ser solo nosotros?, vivo preguntándome, ¿cómo quito de ti esas dudas si tocarte no puedo más que el alma y la piel es quien guarda los recuerdos...?; infinitas noches he pasado y paso maldiciendo esta suerte que es el tiempo y la distancia, maldigo al destino como si fuese un ser de carne y hueso y a la suerte misma como a una dama que me sigue siendo esquiva.
Ten piedad, veme a los ojos y encuentra en ellos las respuestas que buscas si las palabras ya no sirven, no pesan como entonces, nada dicen...Veme y dime que ya no me quieres, sé valiente por una vez, una sola vez, o confiesa que jamás sentiste un amor así y ya jamás podrás pensar a esto que llamas "vida" si no lo es conmigo, como lo hago yo: te vivo viviendo, respiro "nosotros". Dime, ¡dime!, por una vez y para siempre quiero escucharlo frente a frente pero ya no sufrir más tus dudas, solo eso pido: ten piedad de mí; ¡quiéreme o déjame pero dilo, maldita sea...!.
Te amo tanto...te odio tanto...


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