Es en la ira donde se muestra este ser en su estado natural de hombre-bestia, en ese estado que nace desde las entrañas calentando la sangre y recorriendo el cuerpo todo como un veneno que no mata pero adormece por un corto lapso de tiempo a la consciencia. El hombre en sí es ira, es irracional, es un animal pero domesticado por la sociedad; criado y regido por normas que lo hacen fingir ser lo que no es, que lo detienen y dominan aunque jamás completamente.
El raciocinio está forjado bajo estas normas impuestas y creadas por otros hombres y a ellas se somete y de ellas no sale en tanto quiera seguir viviendo en comunidad; pero un hombre solo es solo eso: un animal que razona; nada más y nada menos que eso.
Todo hombre lucha diariamente contra sus propios demonios, no conmigo ni contra mí sino contra sí mismo; lucha contra lo que es: bestia, sombra, oscuridad hecha luz. Y es que el hombre moró en mi reino primero, de él surgió, y luego cual raíces se extendió y multiplicó hasta abarcarlo todo, conocerlo todo, y fue sombra de las sombras hasta que en cada uno de esos cuerpos vacíos la luz hizo su casa, su albergue, y desde ésta surgió un ser nuevo que pudo congregarse y pretender ser uno siendo millones…pero no: mientras se sucedan esas luchas internas entre su luz y su sombra el hombre no dejará de ser un individuo; mero sujeto incompleto buscando completarse.
Fragmento del libro " El Señor de las sombras (el libro del Dios Negro)"
Cristina A. Bottini
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