Tengo memoria de tu voz como un arrullo entre susurros de medianoche en casa de tus padres y esa charla que me negaba a acabar alargando mis amaneceres a medio mundo de distancia; memoria ilusoria de nosotros en lugares donde jamás nos encontramos y quizá jamás estemos. Memoria de sueños demasiado vívidos como para no ser reales.
A veces creo que te he cruzado en alguna calle y te persigo hasta perderte mentalmente.
Temo, realmente lo temo, que la ilusión sea más grande que la realidad y ese día del encuentro siga esperándote aún teniéndote frente a mí. Estar realmente enamorada de tu imposible y no de ti.

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