"Marcos
Deseo con el alma que me olvides, que me saques de tus planes a futuro y desistas de intentar recuperarme: no voy a volver; ya no te quiero. Es mejor si lo entiendes de una vez y buscas rehacer tu vida como yo hice la mía; el hombre con quien estoy también me ama y sobre todo me respeta, lo quiero también y lo respeto, es con quien voy a hacer mi vida, con quien planeo tener hijos y hasta envejecer. No quiero verte más, me hace mal.
Si realmente me quieres vas a respetar mi decisión y dejarás de insistir".
Dos días después él le contestó con otra carta:
"Mariana
Estabas hermosa ahí parada esa mañana en que viniste, parecías una niña extraviada que al fin halló su casa, su hogar… No quise molestarte, no pude hablarte ni llamarte cuando volvías a huir; solo pude observarte partir otra vez y nuevamente fui un cobarde que solo te lloró. Ya no voy a molestarte , ya no puedo, no tengo más razones para seguir abriéndome el corazón como a tajos para que dejes de dolerme en el pecho, en todo el cuerpo. Lamento que ya no me quieras porque yo aún te amo con locura, me di cuenta al perderte que mis manos estaban hechas solo para acariciarte, que mi boca en tu boca hecha al beso y mi cuerpo solo se entiende con tu cuerpo; con ningún otro se siente vivo. Me di cuenta que fui un idiota y cambié: aprendí a quererte desde el recuerdo, a esperarte desde la ilusión y a pensarme solo a tu lado, Mariana; supe que estoy hecho solo para amarte, que tengo el alma hecha a tu medida y me condeno a esperarte si es preciso toda la vida (a esperar ese día en que tengas el valor de golpear a mi puerta al fin y esta vez sí, ya no escapes).
Solo te pido una cosa antes de dejarnos para siempre: quiero que tomemos un café, solo eso; y nos digamos adiós como nunca lo hicimos: mirándonos".
Marcos y Mariana se encontraron al final y tomaron un café, se vieron nuevamente después de muchos meses y se reconocieron en los gestos, en los silencios; hablaron de cosas sueltas y evitaron tratar aquello que entonces los separó. De algunos recuerdos les nacieron sonrisas y hasta alguna carcajada, se dijeron todo lo que necesitaban decirse y antes de que Mariana partiera Marcos le entregó la última carta que había escrito para ella diciéndole “no la abras ahora , hazlo cuando estés sola “; después se separaron con un saludo y un beso.
Mariana subió al colectivo y a Marcos fue lo único que miró hasta que se alejaron del lugar, entonces, solo entonces, abrió esa carta y leyó : “ Siempre fuimos nosotros, en tus pensamientos y en los míos siempre fuimos y seremos nosotros como principio y fin de esto que llaman amor“.
Ambos supieron que al final volverían.

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