
viernes, 2 de agosto de 2013
La princesa de caoba
La princesa de caoba La tarde en que supe de aquella pintura recuerdo que me encontraba algo “volado” , que los problemas amenazaban con robarse mis días y mis noches por más tiempo y que apenas si podía sentarme a disfrutar de las obras que traían a la “Casa de arte” que mi familia regentaba . Que vino junto a otras muchas pinturas compradas en una subasta privada y que no tenía más papeles que uno donde sobresalía su nombre :”la princesa de caoba”; y una dirección y una fecha : Solonos-Grecia- año 1922. Yo estaba a cargo de hacer el inventario de todo lo que entraba y salía de ahí así que solo esos datos no me servían para asentarla …y entonces quedó embalada tal cual llegó hasta que solucionara esa falta de información. La guardé en el depósito y seguí con mi vida. Hicimos nuestra siguiente muestra un mes después ,tal como lo habíamos anunciado , vendiendo varias de aquellas obras y algunas otras que nos quedaban de exposiciones anteriores. Fue muy provechosa. Pero solo al final de aquel evento conocí a Dervenion , a ese hombre sexagenario y de encorvado caminar que dijo haberse llegado desde muy lejos para comprar una de nuestras pinturas: “La princesa de caoba”. Recuerdo que lo atendí personalmente, que lo convidé un trago y le expliqué el por qué no se hallaba en venta ,que me escuchó ,que me miró fijamente en todo momento y cuando acabé de hablar solo dijo :” Déjame verla” ; con un tono de voz no solo imperativo sino también de algún idioma que se le pegaba al paladar deformando su aprendido castellano. Dudé, solo dudé un momento en si hacerlo o no…pero realmente no lo vi como una amenaza así que una vez se hubieron ido todos lo llevé al depósito. Entramos, encendí la luz que daba de lleno sobre la mesa en que recostábamos los lienzos y busqué aquel bulto embalado en papel cartón que supe dejar a un lado tiempo atrás. Lo tomé y puse sobre la mesa. Iba a quitarle su envoltura cuando él me detuvo tomándome la mano :”Déjame” ;solo dijo , y sacando una navaja de uno de sus bolsillos comenzó a cortar aquel papel con sumo cuidado, con delicadeza, para luego descubrir la figura de una mujer morena , de profundos ojos verdes , que desnuda parecía ofrecer su sexo de un rosa intenso ,abierto descaradamente ,a quien la pintaba entonces ,quien la miraba, y no así a los dos hombres que se hallaban postrados a un lado del diván en que ella se encontraba recostada. Los colores eran tan intensos y hermosos que solo puedo describirla como “viva”: esa pintura respiraba …Él se quedó contemplándola en silencio todo el rato ,yo intenté decir algo para animarlo a una charla pero no pude romper ese estado de ensimismamiento en que había caído apenas verla, así que solo le ofrecí una silla y lo dejé hacer respetándolo; ya suponía que algo muy profundo lo unía a esa pintura y solo hizo falta esperar para que decidiera contarme: Nos conocimos sin querer- dijo al fin como pensando en voz alta, como rememorando para sí-, yo comenzaba a ser un artista reconocido, ya había hecho dos grandes exposiciones y no me faltaban pedidos de particulares para agregar a sus colecciones. Entonces me había hecho la costumbre de dormir de día y salir y pintar luego de noche, y en una de esas noches fue que nos conocimos. Ella estaba sirviendo copas en un bar de mala muerte, era pequeña, frágil y fresca , y apenas verla, apenas ver sus ojos verdes , me enamore de su persona, la hice mía en pensamiento ,en deseo ; era apenas una adolescente y yo ya era un hombre. El dueño del lugar me conocía, era mi amigo ,por eso fue sencillo convencerlo de que necesitaba a su sobrina como modelo para una de mis obras y no se negó a la oferta que le hice. Desde el día siguiente fue a mi atelier a la hora acordada. Recuerdo que era muy reservada y vergonzosa , que si bien yo quería tenerla desnuda en el diván ,posando para mi ,mostrando aquel color como de caoba: oscuro ; solo me contentaba con verla sentada con sus piernas muy juntas y apretando su vestido con las manos, temerosa y curiosa a la vez de lo que yo hacía escondido tras aquel lienzo enmarcado donde decía estar retratándola. El contraste de su piel con el interior de su boca ,con las palmas de sus manos , con su lengua humedeciendo sus labios de tanto en tanto ,era maravilloso…me encantaba!; me recordaba a mi mano sobre los muebles oscuros y suaves que mi padre lustraba en su carpintería ,al detalle conque los hacía, a la perfección que buscaba en ellos con cada “caricia de las lijas ” una vez terminados –y como si acariciara un recuerdo muy caro a su sentimiento movió la mano sobre la imagen de ella sin tocarla-, al brillo, al olor, a esos contornos tan suaves y delicados…Ella era perfecta. Hice varios bocetos de su rostro ,sus manos y lo que se veía y adivinaba de sus piernas bajo los vestidos ,la dibujé y redibujé muchas veces , tantas como las poses que debió hacer hasta encontrar aquella que la sitúe en el lugar exacto donde quería verla; pero ninguno fue suficiente ni me hizo encontrarla en mi mente de forma tal como para alentar al pulso del pincel que la inmortalizara sobre el lienzo. Entonces, al ver que no se sometía a mis pedidos ni siquiera para hacer su aporte a la pintura ,que tan solo me miraba tarde tras tarde ahí sentada, ahí recostada , contraté luego de dos meses a otra modelo: joven y bella también ,con quien no solo había mucha piel sino nos entendíamos muy bien en el trabajo. Así fue que cuando ella llegó y vio a esa otra ocupar su lugar en el diván, desnuda y sonriéndome ,se fue sobre ella y la golpeó y la arrojó afuera tal y como estaba- rió a carcajadas y reí también -, y luego, al borde de las lágrimas, me dijo que esa era “su “pintura y de nadie más y que posaría para mí ; y lo hizo : luego de cerrar las puertas y ventanas, de correr las cortinas y caminar un poco por el lugar como buscando la valentía necesaria para mostrarse ante un hombre , se quitó la ropa y recostó en aquel diván llena de pudor pero desafiante y orgullosa de su belleza. Yo no quería incomodarla así que fingí no tener mucho interés en observarla más que el de la pintura y me escondí tras el lienzo para morderme las ganas de tocarla. Pinté, pinté como si en cada trazo que marcaría su lugar en ese espacio fuesen mis manos haciéndola, creándola desde los confines del deseo pero sin tocarla más infinitamente que con el pensamiento ,con la mirada ,y fue surgiendo con la desesperación y el morbo su negra figura de brillosa caoba : me miraba intensamente con el verde remanso de sus ojos que invitaban a perderse en ellos , le caía el pelo como cascadas…y ,en algún momento de esa desesperante imagen, me invitaba a su cuerpo descaradamente abriéndome su rosado sexo con los dedos …- se quedó mirando la pintura un momento y luego ,rozando con la punta de los dedos el óleo endurecido ,dijo: me llené los dedos de pintura para hacerle de caricias los senos , para darle forma a su cintura, a sus hombros…a sus piernas…a su sexo …- la tocó como si conociera de memoria cada línea ; como dibujándola nuevamente en el recuerdo ,con devoción -. Y así surgió…- concluyó su relato llamándose a silencio . Me quedé observándolo un momento y luego pregunté : - Qué fue de ella?.- él solo me dedicó una mirada llena de odio que sostuvo un momento. -La maté -contestó al fin ,y volviendo su atención a la pintura agregó -. Se negó a ser mía y ya de nadie más fue – y tocando las líneas que dibujaban una boca abierta al beso sentenció - .Después de todo no podía haber dos “Princesas de caoba “ .

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