domingo, 25 de agosto de 2013

El misterio de las lágrimas

  Cuando niña quise saber de qué estaban hechos los sueños y soñé con crecer, porque entonces creía que solo los grandes conseguían alcanzarlos. Cuando adolescente quise conocer el sabor de un beso y besé, porque entonces creía que en ellos se escondía el sabor del amor. Cuando crecí quise saber cómo puede quemar una caricia y acaricié y fui acariciada, porque creía que en ellas se conjugaban las pasiones que nos unen al fin de dos en dos. Cuando quise saberme amada sin condiciones y amar hasta sentir que el alma se te sale del pecho me dividí, me partí y parí con dolor, porque esa era mi única seguridad sobre el amor que excede la finita afinidad de los cuerpos.
Pero cuando quise saber de dónde nace el dolor, a dónde va y qué lo alimenta, no necesité más que saberte perdida; y en esa pérdida radican todas mis interrogantes hasta ahora: ¿de qué están hechas las lágrimas que nunca se terminan?.

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