
sábado, 29 de junio de 2013
Poema 20
Roberto Cárdenas era su nombre, un joven desgarbado y silencioso que más que un hombre era una sombra : escurridizo y apagado. Jamás habló conmigo ni supe que lo hiciera con algún otro compañero de la facultad , él solo estudiaba, entregaba los trabajos a tiempo , entraba a horario y salía de último .No era nadie ,ni siquiera para el chisme entre mis compañeras era interesante por eso apenas si habíamos reparado en él. Todo el primer año fue una nada :Roberto era solo un nombre en un legajo, el ”presente” en la planilla de asistencias, una silla en el fondo del salón siempre ocupada. En las horas vacías entre cátedras su lugar era la biblioteca y sino un banco en el patio lo más lejano posible del bullicio . Me llamaba la atención ,confieso que estaba curiosa de saber sobre ese joven desde que lo vi por vez primera : qué era lo que tanto leía , qué cosas se robaban su atención ,quién era, qué hacía una vez que dejaba el aula… Pero no me animaba más que a saludarlo y esperar aunque sea me dedicara una mirada furtiva de cuando en cuando ; le tenía lastima ,eso era ,quería integrarlo a nuestro grupo pero no sabía cómo hacerlo. Fue al comienzo del segundo año que supimos todos quién era Roberto. Recuerdo que ese día ,el veintiuno de marzo , habían organizado un pequeño acto para conmemorar el día de la poesía y debimos congregarnos todos en el salón de actos .Nos molestaba mucho tener que perder tiempo en esas cosas, por lo que íbamos mal predispuestos y no guardábamos respeto por nada ni por nadie ; subió al escenario un directivo y ni aun así ,ni hablando en el micrófono ni pidiéndonos silencio ,nos quisimos silenciar. Estuvimos sumamente irrespetuosos largo rato , la idea era que alguien hablara sobre ese día, que otro alguien diga algo sobre la poesía y después cada quien volviera a sus tareas como si nada , pero no los dejábamos comenzar por el bullicio y todo parecía que iba a quedar en la nada, que se iba a suspender. Entonces , para sorpresa de todos sus compañeros y la mía propia , en medio de ese caos apareció Roberto en el escenario y como si estuviese solo ,obviando a quienes estaban parados junto a él intentando calmarnos ,acallarnos, tomó el micrófono y comenzó a declamar con tal vehemencia que a medida que los versos se escaparon de sus labios el bullicio se hizo murmullo y más tarde fue silencio :” …Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella. Y el verso cae al alma como al pasto el rocío. Qué importa que mi amor no pudiera guardarla. La noche está estrellada y ella no está conmigo…”- Su rostro se apagó en ese momento, parecía sufrir tal cual como en el verso- “…Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise. Mi voz buscaba el viento para tocar su oído. De otro. Será de otro. Como antes de mis besos. Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos. Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero. Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido…”- cayó una lágrima entonces ,rodó por su mejilla ,y juro que su voz se quebró de dolor –“…Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos, Mi alma no se contenta con haberla perdido. Aunque éste sea el último dolor que ella me causa, y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.” – culminó. Permanecimos callados un momento , esperábamos más ,estábamos atentos ; pero Roberto solo se volvió , colocó en su lugar el micrófono y luego se bajó del escenario con la misma calma conque había subido. Alguien comenzó un aplauso en solitario, otro se sumó tímidamente y poco después rompimos todos en un aplauso cerrado que acompaño a Roberto a cada paso. Ese día Roberto fue Roberto , nunca más fue una sombra en los pasillos, tuvo una identidad ,tuvo una voz ,y se volvió un recuerdo que hoy revivo.

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