Yo sigo aquí. Sigo igual que siempre.
Me mata la idea de que busques al fin quien te contenga, de que sientas el calor de una mano, la dulzura de un beso, la palabra de miel que te endulce y conmueva y me olvides al fin como cerrando un libro que te aburrió y jamás terminarás o acabó con un final decepcionante (me inclino más a lo segundo porque pusiste mucha expectativa en un simple ser humano que aprende a vivir solo viviendo). Eso me mata, no saber en qué lugares y con quién andas me mata; tus silencios, tus intrigas colgando de un saludo, tus acotados comentarios, todo eso me mata.
Me dueles como el alma desgarrada: en todo el cuerpo; cada fibra de mí ya te reclama, ¿van seis días sin ti o son seis lustros?, ¿me llamaste y no oí o te soñaba...?. ¡No me dejes, te ruego, no lo hagas, yo no vivo sin ti, muere mi alma...!.

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