No hay mucho que contar- me dijo-, fue uno de esos encuentros que se dan casi por casualidad, sin planearlo ni esperarlo siquiera, y así como surgió...-movió la mano en el aire-se esfumó.
Hizo un silencio como buscando cómo comenzar aquel relato de la forma más acotada y sencilla posible y sin mostrar lo que realmente le había hecho sentir esa mujer- eso lo percibí cuando comenzó-, pero aunque hizo su mejor esfuerzo no pudo ocultarlo de mí que tan bien lo conocía. No pudo ocultarlo como quiso hacerlo con quien fuera su primer amor cuando apenas eramos dos adolescentes tentando suerte en estas cosas del corazón, ni cuando se mordió los labios al morir su madre antes que derramar una lágrima que pusiera en duda su hombría, como le había enseñado su padre: " los hombres no lloran", solía decirle siempre...pero entonces todavía era un niño cuando esto sucedió.
No pudo. No pudo mentirme que esta mujer le había hecho mover cada fibra de su cuerpo como hacía mucho no lo hacía nadie ni que no era algo pasajero porque él se empecinaría en que así no fuera:
-El 23, cuando estábamos planeando la fiesta en casa de Carlos con Sebastián y su esposa, la conocí. Ellos me la presentaron. Nosotros tomábamos mate en el balcón de aquel sexto piso a las dos de la mañana y ella llegó con la hermana de Carlos.
-¡¿Flechazo a primera vista?!- dije sonriendo.
-Si te digo que es hermosa te miento- acotó-, ¡es como una modelo de linda!. Parece esas minas sacadas de las revistas europeas¿viste?, ¡así!; pero vive en Bernal.
-Te queda cerca.
-Algo, ¡aunque por ella me mudaría ya mismo a la cucha de su perro!- prendió otro cigarrillo manteniendo todo ese ritual de silencios y chispas y pitadas hasta sentir el gusto a tabaco inundándole la boca, luego prosiguió-. Nos presentaron y hubo algo entre nosotros instantáneo: esas miradas que se buscan, ese reconocerse atraído por el otro aunque quieras disimularlo, esa incomodidad de no saber qué decir hasta que el otro diga algo que te permita iniciar una charla sin quedar como un tonto.
-Esos primeros minutos son una mierda-dije.
-Primero se sentó frente a mí, junto a la hermana de Carlos y la mujer de Sebastián y no dejó de mirarme tantas veces como pudo. Me buscaba aunque disimuladamente. Después alguien tuvo la fantástica idea de que pidiésemos pizza y ellas fueron adentro. Luego de un momento la mujer de Sebastián vuelve al balcón y dice que el delivery nos trae pizzas pero no tienen cervezas a esa hora y no quedaba otra que ir a buscarlas a otro lado así que miré el reloj, que acusaba las tres de la mañana para entonces, y pensé en ir a buscar cervezas a mi casa; siempre tengo bien frías para esta época, así que voy. Estoy por tomar el ascensor cuando ella sale del departamento y me dice "voy con vos".
-¿Y?-solo pude preguntar queriendo que apurase el relato hasta alguna parte más interesante.
-Subimos al auto y nos fuimos a casa. Yo iba duro como muñeco de torta, serio, no sabía qué decir. Ella preguntó algunas cosas que ni recuerdo y comentó otras sobre lugares adonde le gustaba ir a bailar que se me quedaron grabados en la mente como la cosa más importante en mi vida. Llegamos. Entramos y apenas cerré la puerta como hago siempre por precaución me voltee y se me vino encima.
-¿Se te tiró encima?- a estas alturas del relato yo estaba como las viejas que miran las novelas de las cuatro: esperando que no corten en el mejor momento y me dejen con la espina hasta el otro día.
-Sí, no me dio tiempo a nada, ¡solo dijo que lo hiciéramos rápido porque teníamos que volver y OBVIAMENTE no me negué!.
-¿Y del uno al diez cómo fue?
-Genial, del uno al diez fue genial- sonrió como hacía mucho no lo veía hacerlo-. Luego volvimos, llevamos cervezas y algunos licores que había en casa, que nos sirvieron de excusa para explicar la tardanza diciendo que los habíamos ido a comprar a un local un poco más lejano. Para las cinco de la mañana estábamos "cenando" y a eso de las seis ella y la hermana de Carlos se fueron. Un poco después la mujer de Sebastián se retiró a dormir y nos quedamos entonces nosotros tres solos fumando y viendo amanecer.
-¿Quedaron en verse?, ¿te dio su número de celular?-ahora me nacía el lado de celestina.
-No, nada de eso, solo se fue-dijo arrojando la colilla de cigarrillo.
-¿Y cómo la vas a volver a ver?,¿la hermana de Sebastián te puede ayudar a encontrarla de nuevo?-debía tener un final feliz, eso quería yo: un final feliz para esta historia.
-No creo que esté en sus planes tal cosa, de hecho, nos mata si se entera lo que hicimos-sonrió con un dejo de tristeza.
-¿Por?- pregunté inocentemente.
-Porque es su novia- contestó.

No hay comentarios:
Publicar un comentario