Me declaro cobarde, ante todo soy eso: cobarde; ni hombre ni objeto ni nada más que ese adjetivo que tan bien me define ante esta insignificancia que es todo mi ser, ante la inmensidad de un mundo que nos come como un monstruo insaciable, nos despedaza y nos riega por los campos que ya el tiempo se ocupará de cubrir, de ocultar; como un cómplice silencioso del espanto. Nada, eso somos, la nada misma pensándonos algo para justificar hasta el solo respirar un día más, para encontrarle sentido a proyectar un futuro que es tan pequeño y efímero como cada uno de nosotros, como nuestros sueños, como nuestros pasos que jamás se ven desde lejos pero están y estuvieron y estarán para marcar el camino a los futuros soñadores, a los futuros presos de esta estrella apagada en que nos han encerrado.
He visto tanto sufrimiento…
Cuando despiertas, cuando lo haces de verdad y ya no caminas por los somnolientos andariveles de la inconsciencia donde se está cómodo y no existen los cuestionamientos ni la razón ni nada de eso, entonces es que aprendes a sufrir este encierro; mi encierro. No hay peor cárcel que la consciencia, en ella no caben los sueños y el mundo se remite a lo tangible…Sin sueños estás muerto en vida. Necesito soñar para sobrevivir hasta que la muerte al fin me alcance. Aunque estemos condenados desde siempre necesitamos sentir que podemos ser la excepción a la regla y eso nos alienta.
Amar, crear, viajar, comer, gozar, compartir, besar con la fiebre de querer fundirse en el otro, parir como si ese solo dividirnos nos hiciera inmortales por los siglos de los siglos, todo eso nos sostiene en este sueño, nos impulsa, nos adormece, nos transforma en lo que queremos ser y olvidamos lo que somos; a eso le llaman vivir. El hacer es vivir, el crear es vivir, el sentir es vivir…Pero yo me declaro ya cobarde para seguir, sin ti no sé vivir, no tengo sueños. Contigo soy la antítesis de mí: soy mi mejor versión.
El mundo es gigantesco estando solo. Yo abrazaba el horizonte en tu cintura cada tarde, tenía al mundo en la palma de mi mano…ahora muero diariamente. Solo me queda la luna, nuestra luna, para vagabundear por ella cada noche esperando encontrarte en algún sueño, para soñarte como entonces a mi lado.

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