Muero por un beso de tu boca, por ver mi reflejo en tus ojos, por sentir tu mano en mi mano, tu piel en mi piel, por sabernos juntos. Muero por escuchar tus “te quiero” en mi oído así tan suaves y sinceros como se te escapan en ese último minuto en que el reloj nos marca el momento de partir, de dejarnos hasta ese otro día distante, interminable, que se hace eterno en el desvelo. Muero y me muero de verdad si nada sé de ti en las horas que siguen a este día, si la distancia se hace inmensa en el silencio de no hallarte en los lugares que frecuentas, si no me mandas aunque sea un saludo…¡El corazón no entiende que nos separa todo un mundo!.
Quiero que sepas que me gusta la sonrisa de tus ojos pidiéndome que te guarde los besos que inventó mi boca para tu boca, que sigo mirando el hueco entre tu hombro y tu cuello y pensando qué perfumes se guarda, a qué sabe…Y que estoy profundamente enamorada, eso sobre todo quiero que sepas: que me ha sorprendido el amor a media vida y me ha partido en dos el corazón de un solo tajo, dejándome medio muerta medio viva, para amarte y sufrirte en igual medida.
Muero por un beso de tu boca como sé que tu mueres por un beso de la mía, por tenerte toda una noche para mí, por aferrarme a tu cuerpo con la desesperación que tengo de atraparte para siempre; de hacerte un recuerdo imborrable en la memoria de la piel.
Muero, eso quiero que sepas: suicidamente muero de amor por ti.

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