miércoles, 23 de julio de 2014

La piel que quema

  Que mala combinación esta de estarnos lejos cuando ambos nos deseamos: tú arrojando palabras en mi oído y yo suspirando; tú prometiendo noches inolvidables y yo quemándome, ardiendo prontamente como la yesca. Me he convertido sin querer en una amante que no te toca pero te siente más que cerca, que se pierde en pensarte noches enteras, que se ha ofrendado a esperarte desde pasiones tan puras que no sé ni cómo llamarlas…solo las llamo: esperas. Porque tu voz…tu voz es fuego, es calma a veces, es un susurro que inquieta, que humedece, que predispone; es una promesa de encuentros furtivos, una amenaza de marcarme la piel reclamándome tuya. Tu voz es mía, como mías tus horas de pensarte conmigo y no con ella.
Que mala combinación esta del placer y las esperas, de los juegos excitantes de palabras, de los puntos suspensivos que lo dicen todo sin decirnos nada cuando yo pregunto si “me quieres cenar” y tú te callas, o cuando preguntas “qué visto entonces” y digo “nada”… Mala hasta la noche misma, después, que separa nuestros sueños poniendo todo un mar en el camino, cubriendo todo un cielo con la luna, llenándonos de sombras y deseos; haciéndole el amor a otros cuerpos mientras te imagino en él y yo soy ella.


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