
martes, 23 de julio de 2013
El invento de Dios
Mi abuelo era inventor, además de relojero era inventor ,dentro de los inventos más destacados recuerdo que tenía una especie de trapeador que se movía al compás de un péndulo recorriendo la casa de sur a norte y este a oeste hasta que se quedaba trabado en la esquina de algún mueble y un reloj cucú que ,conectado a un chispero que también había inventado él, apenas marcaba los horarios del desayuno y la merienda se prendía la hornalla que calentaba la cafetera. Su taller era la imagen que me hacía del interior de su cabeza: desordenado, atiborrado de cosas y lleno de polvo. Como cosa destacada ,entre otras tantas cosas de mi abuelo y su taller, recuerdo que todo el pasillo a lo largo y alto que llevaba a este –sus paredes-estaba escrito :tenía anotaciones en letra manuscrita o de imprenta de fechas, números de teléfono ,nombres y hasta alguna frase entre comillas que solo él sabía de donde y para qué la había copiado . Eran una agenda abierta las paredes todas. Mi abuela nunca iba allí. Siempre tenía trabajo, estaba muy ocupado, por eso cuando iba a visitarlo me acomodaba en una banqueta y aunque me moría por hacerle preguntas –normal curiosidad a esa edad, siete u ocho años-no decía nada, no tocaba nada y hasta contenía la respiración de a ratos creyendo que así no oía ni mi respirar siquiera porque, como solía decir mi abuela, “el abuelo está trabajando y necesita concentrarse”; justificando siempre el carácter de mierda que tenía para con nosotros. Con suerte, luego de una media hora de mantenerme como su único espectador , el abuelo se dignaba a comentarme algo , a mostrarme curiosas partes de relojes bajo la gran lupa conque las miraba para manipularlas o a contarme , en el mejor de los casos, cuentos que inventaba para entretenerme o asustarme ; en realidad era por ellos por los que soportaba todo aquello cada vez que íbamos de visita a casa de los abuelos. Fue en una de esas tardes, recuerdo, que el abuelo me contó sobre el invento más perfecto del mundo: Antes hablamos de cosas sueltas, hice varias preguntas sobre sus inventos y relojes y él me habló de ellos hasta el punto tal de compararlos ,en un momento, con nosotros: las personas; me dijo que los relojes se “enfermaban” y había que curarlos, que se retrasaban y debíamos volverlos a poner en hora , que el tic-tac era su pulso y que no solo eran hermosos sino también perfectos…y fue en ese punto en que lo interrumpí .Le conté entonces que en mi barrio había un niño que no podía pensar ni andar ni ser como nosotros porque todo el tiempo babeaba y lloraba molestando a su madre, que ya estaba grande para seguir pidiendo que lo lleven en brazos y que, según me habían contado mis amigos de juegos, solo le crecía el cuerpo y no así la mente, y lo llamé “defectuoso”. Fue entonces que mi abuelo dejó violentamente sus herramientas sobre la mesa de trabajo y volviéndose hacia mí como para golpearme se me quedó mirando amenazante un largo instante, seguramente pensando en cómo hacerme comprender : si con golpes o palabras ; y para mi suerte eligió lo segundo: “ Acércate a la lupa – dijo- y mira cuantas piezas componen este reloj.-observé pequeños pernos ,engranajes ,tornillos y resortes que componían el interior de aquel reloj de bolsillo-¿ Cuántas partes crees que hay allí ?- me preguntó . -No sé .-conteste . -¿ Más de veinte, más de treinta …?.-insistió. -…más de treinta ,creo…-dije. -Bien. Más de treinta…¿ sabes cuántos huesos tiene un cuerpo humano?.-dobló la apuesta de sus preguntas conociendo por demás ya mi respuesta :”no”-,doscientos seis ,tiene doscientos seis huesos sin contar los dientes ,los huesos suturales ,ni los sesamoideos . Y me imagino que tampoco sabes cuántos órganos tiene un cuerpo ,ni las partes de un ojo ,ni cómo se mueven las articulaciones ni por qué respiras!.-negué rotundamente saber tal cosa y entonces fue que ,de memoria y sin hacer ningún esfuerzo, fue nombrando todos y cada uno de esos datos que se habían robado su curiosidad como inventor desde siempre . Habló de las partes que componían la lengua, de las capas de piel que nos cubrían ,de cómo se estimaba la densidad del cabello ,de qué era la sangre y para qué servía ; de los músculos ,del oído, de los ojos y hasta de los genitales masculinos y femeninos. Me fue describiendo cada una de estas partes de forma tal que no solo comprendiera sino también no olvidara ,dejando para lo último el cerebro; entonces me contó de su peso ,su forma ,las celdas que posee y para qué sirven y me volvió a hacer una pregunta :-¿ Sabes cuántas cosas caben en él ?.- nuevamente negué con la cabeza- Infinitos mundos! – agregó- ,es allí donde se expande lo que somos diariamente como en un universo propio, extenso e indescifrable para nosotros.- y tomando mi cara entre sus manos agregó mirándome a los ojos .El “invento de Dios” es tan perfecto que jamás hombre alguno podrá llegar siquiera a imitarlo, y cada pieza ,y cada uno de esos inventos , conformamos un todo en su compleja estructura que la sola falta de alguna de ellas…nos incompletaría.-y me hizo la última pregunta para la que tampoco tuve respuestas - ¿ Acaso puedes saber si el universo en que se encuentra ese niño es un universo detrás de ti o delante o a la par ? .–y dándome un beso agregó- Ningún universo podrás ver con los ojos porque son infinitos, mira con el corazón y quizás veas un poco como ve Dios”. Ese día comprendí que hay cosas que los ojos por si solos no ven y que cada quién es un mundo dentro de otro mundo y otro y otro…Y me volví un curioso viajero de mis espacios infinitos: me hice escritor.

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