martes, 10 de febrero de 2015

Solitario corazón...

Caminé descalza por la arena mojada y solo iba dejando mis huellas como único vestigio del paso de alguien a esas horas tan tempranas en la playa. Amanecía. El sol salía desde el mar tiñendo las crestas de las olas de un intenso anaranjado y el aire estaba fresco; las primeras gaviotas aparecieron con el amanecer y me sobrevolaron suspendiéndose aquí y allá en las manos del viento, era una imagen mágica verlas flotar sobre mí, escucharlas...Yo tenía el cuerpo en paz y el corazón revuelto entonces, cualquiera que me viese podría haberme definido como alguien sumamente tranquila siendo parte de semejante postal pero no: iba pensando cuándo será el día en que tus huellas se junten con las mías; en qué lugar de estas infinitas playas dejaré de pensarte como un anhelo y te volverás parte de mi realidad...
Esa mañana tenía los pies mojados y el alma desnuda, completamente sola.

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